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Imagina que cada amanecer empieza con una risa, no con un susto. Tus amigos ya no comparten memes; comparten respiraciones. Tú iniciaste eso. Compartiste tu primera meditación bajo el metro, sin WiFi, y ahora tu grupo de amigos se calla juntos todos los días a las 8:03 a.m. exactamente. Incluso tu tío Pedro. Eso no es coincidencia.
